
Argentina atraviesa un periodo de profundo hastío permitiendo que la sociedad haya oscilado de un extremo a otro, cansada de modelos que no ofrecieron soluciones duraderas. Los gobiernos anteriores, en particular desde 2004 en adelante, implementaron políticas que, bajo la excusa de la inclusión, generaron una cultura de dependencia: si eras pobre, recibías un subsidio; si no querías trabajar, un subsidio; si tenías hijos, más subsidios.
No obstante esta narrativa de los «70 años de peronismo» es un relato simplificado, para mentes debiles -como el burro de la fabula del tigre que se va contento creyendo que el pasto es azul- pero la decadencia que se acentuó en las últimas décadas fue suficiente para colmar la paciencia social. El hartazgo se manifestó en el rechazo no solo a aquel extremo, sino también al gradualismo propuesto por el gobierno de Macri.
Empatía en Crisis: La Justificación de la Derecha Radical
En este contexto de búsqueda de un cambio radical, la falta de empatía del economista y periodista Manuel Adorni, portavoz presidencial, o la falta de empatía de Diego Spagnuolo, con la militante y madre de un niño con autismo Marlene Spesso, al indicarle que “Si tuviste un hijo con discapacidad es problema de la familia, no del Estado”, “¿Por qué yo tengo que pagar peaje y vos no? ¿Por qué tengo que pagar estacionamiento y vos, no?”, encuentra una justificación peculiar dentro de ciertos sectores de la derecha.
Se argumenta que solo así es posible desmantelar los miles de subsidios considerados «de más» y revertir la arraigada cultura de la dádiva, buscando restaurar la responsabilidad individual y la productividad.
El Costo de la Transformación
Esta polarización refleja la complejidad de un país que busca desesperadamente un camino diferente, aunque las formas y los costos de esa transformación generen un intenso debate social.
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