La Ceremonia Fundacional del 6 de Julio de 1573

Aunque mantiene los siete estandartes los gallardetes fueron reemplazados por siete banderas de Argentina. Los dos rios ahora son tres. Aunque se sigue manteniendo el color rojo de la realeza española.
La trascendental ceremonia de fundación de Córdoba fue meticulosamente preparada. El 5 de julio de 1573, se tomó la decisión de que el acto solemne se llevaría a cabo al día siguiente. Así, el 6 de julio de 1573, en las barrancas del río Suquía, se concretó la fundación de la ciudad. El acto estuvo presidido por Jerónimo Luis de Cabrera, quien fue secundado por sus hombres más cercanos y el escribano de su majestad presente en la ceremonia fue Francisco Pérez , y no Francisco de Torres, quien, como se detalla más adelante, tuvo un rol específico en el diseño del escudo en el acta fundacional. Esta distinción, aunque sutil, pone de manifiesto la división específica de funciones dentro de la burocracia colonial, donde cada funcionario desempeñaba un papel definido para asegurar la validez legal y la representación simbólica de la nueva fundación.
Ante la atenta mirada de numerosos y asombrados aborígenes, Cabrera llevó a cabo una serie de actos simbólicos que eran rituales profundamente arraigados en la ley y la costumbre españolas para la toma de posesión de nuevas tierras. Estos no eran meramente «arrogantes signos de posesión» como podría interpretarse superficialmente, sino gestos cargados de un profundo significado legal y político. Cabrera dio tres estocadas con su espada sobre un árbol desprovisto de ramas, pero con tres gajos, un acto que simbolizaba la fuerza militar de la Corona y la autoridad real que se establecía en el territorio. Acto seguido, clavó el rollo fundacional con la picota, un elemento que representaba la justicia y la jurisdicción civil que se instauraba en la nueva población. La presencia de los pueblos originarios, descritos como «asombrados» en algunos relatos historicos, subraya el carácter performático y deliberado de la ceremonia, diseñada para impresionar y asentar la nueva autoridad colonial sobre el territorio y sus habitantes preexistentes. Estos rituales eran cruciales para legitimar la conquista y formalizar la fundación de la ciudad bajo el amparo de las Leyes de Indias.
El Nombre de la Ciudad: «Córdoba de la Nueva Andalucía»
La nueva población fue bautizada con el nombre de «Córdoba de las provincias de la Nueva Andalucía», luego quedo «Córdoba de la nueva andalucia» y por último solo Córdoba. Esta denominación constituyó un homenaje directo y personal a la ciudad de origen de los padres de la esposa de Jerónimo Luis de Cabrera, Doña Luisa Martel de los Ríos y Mendoza. Es importante rectificar que, si bien algunas fuentes menores mencionan a Catalina Dorantes de Trejo, la investigación más detallada y consistente confirma a Luisa Martel de los Ríos y Mendoza como su cónyuge y la conexión del nombre de la ciudad con sus ancestros en la Córdoba española. Este detalle resalta cómo las motivaciones personales y los lazos familiares a menudo influían en las decisiones fundacionales de la era colonial, añadiendo una dimensión íntima a lo que, de otro modo, se percibiría como una empresa puramente estatal.
La denominación de Córdoba de la Nueva Andalucía se distinguió de la práctica común en la fundación de otras ciudades por los conquistadores españoles. A diferencia de la mayoría de los asentamientos, que solían incorporar explícitamente una referencia a la Virgen o a un santo en su nombre, «Córdoba de la Nueva Andalucía» carecía de este aditamento directo del santoral cristiano. Esta particularidad sugiere un grado de autonomía y preferencia personal por parte de Cabrera, lo que se alinea con su patrón más amplio de «desobediencia» a las órdenes virreinales. El acto de priorizar un homenaje cultural y familiar sobre una designación puramente religiosa indica un fundador lo suficientemente seguro de sí mismo como para imprimir su identidad personal y cultural en el nuevo asentamiento, en lugar de adherirse estrictamente a los protocolos de nomenclatura religiosa establecidos. Aunque la ciudad sí tendría un patrono cristiano, la elección del nombre principal destaca la visión distintiva de Cabrera para su fundación.
El Escudo de Armas de la Ciudad
En el mismo acto fundacional, Jerónimo Luis de Cabrera no solo estableció el asentamiento, sino que también dispuso la creación de un escudo de armas para la nueva ciudad. El encargo de dibujar este emblema fue confiado al escribano Francisco de Torres, lo que subraya la importancia de la heráldica como símbolo de identidad y autoridad en la época colonial.
El escudo, de forma acorazonada y sobre un campo de gules (rojo), incorporaba elementos con un profundo simbolismo:
- Un Torreón: Este elemento se colocó como señal de fortaleza, representando la capacidad de defensa y el poder de la ciudad. Se detallaba con tres torres, cuatro almenas, una puerta y dos ventanas.
- Dos Ríos Caudales: Ubicados al pie del castillo, de color azul sobre un campo verde, estos ríos simbolizaban la riqueza fluvial de la región y la abundancia de recursos hídricos que sustentaban el asentamiento.
- Siete Banderas o Gallardetes: Seis de estas banderas se dispusieron a los costados laterales del castillo, y una en lo alto de la torre del homenaje.
El número de siete banderas ha sido objeto de especulación histórica. Se ha sugerido que Cabrera pudo haberlas incluido en recuerdo de su madre, Doña María de Toledo. Esta teoría se ha visto reforzada por la hipótesis de un posible origen judaico de María de Toledo y la significancia cabalística atribuida al número siete.

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