El Tiempo, la Impaciencia y las Realidades Inflexibles
El refrán popular "No por madrugar se amanece más temprano" encierra una sabiduría sencilla pero profunda: hay ciertas realidades que escapan a nuestra voluntad y a nuestro afán de acelerar los tiempos. En mi vida y la de los demás, esta frase resuena con frecuencia.
El apuro mal consejero
A veces, impulsados por la urgencia o la creencia de que hacer algo mas temprano nos otorgará una ventaja, llegamos antes de tiempo a un lugar, solo para encontrarnos con puertas cerradas o con la necesidad de esperar pacientemente a que el ritmo de los demás se sincronice con el nuestro. La ilusión de ganar tiempo se desvanece ante la inflexible realidad de los horarios y las rutinas ajenas.
Esta experiencia, seguramente compartida por muchos, ilustra la esencia del dicho. Creemos que nuestra prontitud obligará al mundo a girar más rápido para nosotros, pero la verdad es que solo nos encontraremos aguardando en la antesala, consumiendo ese tiempo que pretendíamos ahorrar y poniéndonos de mal humor.
Una Experiencia Personal: Esperando las Losetas
Un ejemplo personal que ilustra vívidamente esta lección. Hace ya un tiempo en la búsqueda de unas losetas para una pileta en una zona poco concurrida de la ciudad, la realidad del horario comercial se impuso. En lugar de la media hora estimada por mi, la espera se extendió a una hora completa. La anticipación y el madrugón no alteraron el ritmo del establecimiento ni aceleraron la disponibilidad del servicio.
Este tipo de situaciones nos recuerda la importancia de la paciencia y la aceptación de los tiempos ajenos. "No por madrugar se amanece más temprano" nos invita a reconocer los límites de nuestra influencia sobre el tiempo y a gestionar nuestras expectativas con sabiduría, entendiendo que algunos ritmos simplemente no pueden ser forzados.
La clave reside en la comprensión de que la eficiencia no siempre se traduce en inmediatez, y que "a veces, la mejor estrategia es simplemente esperar a que el sol salga" a su debido tiempo.
Trabaje muchos años desde a madrugada. Y al llegar la hora de entrada de los demás comercios por dentro no sabía que sentir cuando la gente pasaba por mi negocio y al verme tomar mate decian: "que vida tranquila la tuya"; y yo hacia 5 horas que ya estaba trabanjando. Pero asi entendí la misericordia. ¿ES MUCHO? SI, pero Dios a cada uno le enseña como el aprende
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